Muchos lectores —bueno, un par de personas... vale, una persona, y puede que fuera mi madre— han pedido un tercer artículo parodiando el cumplimiento de las normas navideñas. Y como no somos más que cumplidores (lo sentimos, no hemos podido resistirnos), ¡hemos aceptado el reto! Pero para empezar, aquí van algunos datos curiosos sobre el poema estadounidense más famoso de todos los tiempos:
- «Era la noche antes de Navidad» fue escrita por Clement Mark Moore, profesor de Teología y Literatura Oriental y Griega, quien la escribió para sus hijos mientras viajaban en un trineo navideño. Una amiga que estaba de visita quedó tan impresionada que la envió al editor de un periódico (sin permiso), quien comenzó la tradición anual de publicarla.
- El poema estableció muchos atributos de Santa que perduran hasta nuestros días, incluyendo el traje rojo, el paquete de juguetes, los ocho renos voladores (y sus nombres) tirando de un trineo, llenando calcetines con regalos, la pipa de fumar y entrando en la casa a través de la chimenea.
- Los renos «Donner» y «Blitzen» se llamaban originalmente «Dunder» y «Blixem», que eran juegos de palabras con «Donder» y «Blitzen», palabras holandesas que significan «trueno» y «relámpago».
- Una copia original del poema que Moore escribió y firmó para un conocido en 1860 se vendió por 280 000 dólares a un director ejecutivo de Manhattan, que quería leerlo a sus invitados (en una funda protectora de plástico) en su fiesta navideña.
- Pero la broma le ha salido mal al director general, porque hemos descubierto la versión original y auténtica del poema, ¡que en realidad era un tutorial sobre cumplimiento normativo! Lo hemos revisado detenidamente y hemos comprobado que sus sugerencias sobre cumplimiento siguen siendo válidas hoy en día. Por lo tanto, como servicio, lo reimprimimos aquí...
«Era la noche del cumplimiento»
Era la noche del cumplimiento, o eso se creía,
Pero el programa faltaba, las reglas estaban sobrecargadas.
¿Las políticas? Inexistentes. ¿La formación? Una broma.
Y este CCO se sentó allí, empezando a ahogarse.
Mi personal estaba desbordado, con plazos que cumplir,
Mientras los denunciantes susurraban mentiras y engaños.
Y yo, frente a mi ordenador portátil, con la cabeza entre las manos,
Sabía que esta noche el cumplimiento normativo no saldría según lo previsto.
Cuando salí de mi bandeja de entrada, me llevé un susto tremendo,
¡Una avalancha de nuevos casos, justo al dar la medianoche!
Volé como un rayo a mi panel de cumplimiento,
Temiendo la filtración de datos o el robo de nuestro dinero.
Los informes llegaron poco a poco, ¡oh, qué espectáculo!
¡Las banderas rojas estuvieron ondeando toda la noche!
Cuando, ante mis ojos enrojecidos, apareció
una montaña de auditorías, todas urgentes y claras.
Todo mi personal entró en pánico, los contables estaban pálidos,
Nuestra empresa perdió de vista los estándares y todo fracasó.
Y lo que apareció ante nuestros ojos asombrados,
Fue una pila de infracciones, ¡peor de lo que temíamos!
Más rápidos que las auditorías, llegaron los problemas,
Este director de cumplimiento normativo tembló y los llamó por su nombre:
«¡Ahora mala conducta! ¡Ahora fraude! ¡Ahora sanciones y multas!
«¡Por el RGPD! ¡Por la SOX! ¡Todo en nuestra línea directa!».
Les dije a mis empleados: «¡Leed todo el expediente! ¡
¡Ahora auditad! ¡Ahora investigad! ¡Esto puede llevar un tiempo!».
Sin ninguna orientación, sin normas que cumplir,
la empresa se estaba desviando mucho de su rumbo.
La cultura estaba rota, la ética deshecha,
Y este director de cumplimiento se preguntó: «¿Cómo ha llegado a esto?».
Y entonces, en un santiamén, oí un suave pitido,
Una alerta de la línea directa que me puso los nervios de punta.
Al abrir el mensaje y desplazarme por el caso,
se estaba produciendo otro desastre de cumplimiento normativo.
Esta vez se trataba de un fraude, con multas inminentes,
Suspiré derrotado y me serví más café.
Un montón de informes, todos apilados,
Y supe de inmediato que no habría vuelta atrás.
La línea directa no dejaba de sonar, las reclamaciones no disminuían,
Mientras las investigaciones caían como una espesa nevada.
Otra infracción aquí, otra violación allá,
El peso del cumplimiento normativo era demasiado para soportarlo.
Sin regulaciones, la empresa era débil,
Sin supervisión, sin controles, una crítica contundente.
Este director comercial suspiró, el peso parecía inmenso,
Una empresa en caída libre por falta de defensa.
Pero entonces, mientras estaba sentado en medio de la tormenta,
Un pensamiento fue tomando lentamente una nueva forma.
¿Y si este caos, este desastre interminable,
no fuera por mala suerte, sino por falta de delicadeza?
No hubo evaluación de riesgos, ni programa establecido,
solo una loca carrera por vender a un ritmo frenético.
Cada crisis que se presentaba, nos apresurábamos a solucionarla,
Pero nada estratégico, ningún truco preventivo.
Este director comercial parpadeó y dijo con sorpresa:
«¡Un programa bien estructurado, ahí es donde empezaremos todos!».
No más reaccionar ante cada nuevo susto,
Un marco de cumplimiento puede arreglar todo esto.
Me puse de pie de un salto, con la determinación resplandeciente,
«¡Construiré un sistema para nosotros, nuestro cumplimiento debe crecer!
Un enfoque basado en el riesgo, ahí es donde empezaremos,
Con medidas proactivas, ¡todos ganaremos!».
Con un plan en mi mente y esperanza en mi corazón,
Este director de cumplimiento normativo sabía que el cumplimiento pronto desempeñaría su papel.
Porque sin un buen cumplimiento, reinaría el caos,
¡Pero un programa estructurado aliviaría toda la tensión!
Y me escuché declarar, mientras redactaba esa noche,
«¡Una buena evaluación de riesgos mantendrá las cosas herméticas!
No más desorden, no más problemas de cumplimiento, ¡
Cumpliremos de la mejor manera y gestionaremos el riesgo correctamente!
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