IA y créditos de carbono: cómo la aparición de herramientas y tecnologías de IA facilita el uso de créditos de carbono
Un crédito de carbono es un instrumento o permiso que representa una tonelada de dióxido de carbono eliminada de la atmósfera. Aunque estos créditos de carbono pueden ser adquiridos por particulares (como Taylor Swift o Floyd Mayweather, que tal vez deseen compensar las emisiones de carbono generadas por el uso de jets privados), lo más habitual es que sean adquiridos por empresas para compensar las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la producción industrial, los vehículos de reparto o los viajes. Por lo tanto, los créditos de carbono sirven como herramienta para que las empresas cumplan los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero, tanto los impuestos por el gobierno como los voluntarios, sin afectar de manera significativa a las operaciones existentes. Los defensores de esta medida argumentan que este enfoque impulsado por el mercado puede reducir las emisiones al incentivar las inversiones en proyectos que reducen la cantidad de dióxido de carbono liberado a la atmósfera. Como tal, los créditos de carbono como forma de inversión se han expandido drásticamente en los últimos años, y las últimas innovaciones en inteligencia artificial no han hecho más que reforzar ese crecimiento.
El mercado ha respondido favorablemente. Entre 2020 y 2021, el mercado de productos básicos de carbono pasó de 270 000 millones de dólares a 851 000 millones. Se prevé que, para 2050, el mercado alcance los 22 billones de dólares. Es importante destacar que el aumento de la demanda de créditos de carbono se está satisfaciendo con un aumento de la oferta; para 2030, la oferta anual potencial de créditos de carbono podría igualar la demanda.
La aparición de herramientas y tecnologías de IA ha desempeñado un papel importante en el aumento de la popularidad de los créditos de carbono, ya que ahora son mucho más fáciles de gestionar y rastrear. Se utilizan para supervisar la huella de carbono y sus compensaciones, predecir las emisiones de carbono, supervisar y gestionar los créditos de carbono y analizar posibles inversiones en créditos de carbono. En consecuencia, las empresas son cada vez más capaces de realizar un seguimiento del progreso de sus inversiones y asegurarse de que cumplen sus compromisos. Al implementar herramientas y tecnologías de IA en el proceso, las empresas que participan en el mercado pueden confiar más en la precisión de los datos, lo que debería aumentar el valor inherente de los créditos de carbono y, por lo tanto, la inversión en la reducción de gases de efecto invernadero.
A medida que las empresas se proponen reducir sus emisiones de carbono (y, al mismo tiempo, obtener un ahorro de costes gracias a dichas reducciones), también se enfrentan a presiones continuas para que proporcionen información precisa sobre sus avances hacia la neutralidad en carbono. Los créditos de carbono se están convirtiendo en una vía cada vez más popular para alcanzar dichos objetivos y en un factor importante a tener en cuenta en las posibles inversiones.
Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero neto para 2050, tal y como se aprobó en el Acuerdo de París de 2015, requerirá esfuerzos considerables tanto para limitar como para producir emisiones «negativas». Invertir en créditos de carbono, con el apoyo de las herramientas y tecnologías emergentes de inteligencia artificial, no solo contribuirá a respaldar esta transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono (al tiempo que permitirá a los inversores obtener beneficios de sus inversiones), sino que también ayudará a crear un mercado para la reducción de las emisiones de carbono, lo que a su vez contribuirá a incentivar a las empresas para que reduzcan su huella de carbono.