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Fronteras tecnológicas emergentes: Redefinición del riesgo, el control y el valor en las transacciones

Arte digital abstracto con puntos azules brillantes y líneas que forman ondulantes patrones ondulantes sobre un fondo azul oscuro, evocando la energía dinámica que a menudo se encuentra en un despacho de abogados.

A medida que Silicon Valley desarrolla la próxima evolución de las tecnologías, desde la inteligencia artificial (IA) hasta la informática de nueva generación, los inversores de capital riesgo también se enfrentan a la próxima evolución de los retos jurídicos y normativos que no existían hace ni cinco años. Históricamente, la innovación supera a las normativas diseñadas para regularla, y eso es ciertamente cierto hoy en día. Así pues, para los inversores y asesores jurídicos, las transacciones relacionadas con estas tecnologías de vanguardia no consisten únicamente en identificar oportunidades, sino más bien en replantearse los fundamentos de la negociación y cómo se definen el riesgo, el control y el valor.

Evolución de la evaluación de las transacciones

En una transacción tradicional de capital riesgo o capital inversión, existe un claro sentido de la propiedad, la propiedad intelectual (PI) y la gobernanza. Sin embargo, cuando se trata de estas tecnologías de vanguardia, las líneas se desdibujan y los supuestos tradicionales no son necesariamente válidos.

El riesgo debe redefinirse para ir mucho más allá de la exposición financiera o el cumplimiento de la normativa. Debe tener en cuenta la responsabilidad algorítmica, la integridad de los datos y la sostenibilidad tecnológica. El control también se vuelve más complejo cuando el valor fluye a través de redes distribuidas, marcos de código abierto o sistemas autónomos. Y luego está la recalibración del propio valor, que ya no puede definirse únicamente por activos tangibles o modelos de ingresos tradicionales.

La creciente importancia de la prospectiva estratégica

Los responsables de las operaciones deben adoptar un enfoque más fluido de la diligencia y la estructuración, pensando más allá de las restricciones de los acuerdos estáticos y los modelos de operaciones tradicionales. Los equipos jurídicos deben anticipar cómo se cruzarán estas tecnologías en rápida evolución con la regulación, la competencia y las expectativas del mercado, que también cambian continuamente. Y los inversores deben examinar no sólo el valor de las tecnologías que las empresas están desarrollando, sino también la resistencia de esa tecnología y del modelo de negocio a medida que cambien las políticas y aparezcan nuevas tecnologías disruptivas en el futuro. Este tipo de previsión estratégica es fundamental.

La prospectiva estratégica implica evaluar cómo interactuarán las tecnologías emergentes con cuestiones como los cambios en la aplicación de la legislación antimonopolio, las leyes sobre privacidad de datos y las preocupaciones geopolíticas. Para hacerlo con eficacia, hay que plantearse preguntas más difíciles. ¿Depende la tecnología principal de la empresa de datos que más adelante puedan restringirse o regularse? ¿Podrían sus algoritmos o modelos de IA desencadenar nuevas formas de responsabilidad a medida que evolucionen las normas? ¿O existen problemas de control de las exportaciones o de seguridad nacional relacionados con las asociaciones de I+D de la empresa? Estos son los tipos de cuestiones que deben tenerse en cuenta, ya que pueden afectar a la valoración, el calendario y el riesgo.

Cerrar la brecha entre innovación y regulación

Es fundamental salvar la distancia entre innovación y regulación. Los asesores jurídicos desempeñan aquí un papel clave, ayudando a fundadores e inversores a alinear la tecnología punta con unas condiciones comerciales prácticas y aplicables. Los equipos jurídicos pueden ayudar a determinar cómo se asigna y mitiga el riesgo mediante la elaboración y negociación de acuerdos que sean lo suficientemente flexibles como para adaptarse a los cambios tecnológicos y considerar estructuras alternativas, como adquisiciones por etapas, pagos por ganancias o empresas conjuntas que permitan a los compradores e inversores calibrar la exposición a medida que madura la tecnología de una empresa o mejora la claridad normativa.

Cuando la previsión estratégica se combina con un profundo conocimiento del cambiante panorama tecnológico, los abogados pueden ayudar a los clientes a crear estructuras de negociación capaces de resistir los cambios políticos, el escrutinio público y el incesante ritmo de innovación que define Silicon Valley. El mejor asesoramiento jurídico no consiste únicamente en cerrar el trato, sino en posicionar a la empresa y a sus inversores para que estén preparados y prosperen pase lo que pase.

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